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martes, 9 de julio de 2013

Un amor muy primordial - I -

Notaba como en su estómago se producía una agitación perseverante. Le habían dicho que eso, simbólicamente, era el sugestivo volar de las mariposas cuando van alcanzando escalafones en el querer. Significado de que el amor le había atrapado y se sentía como en una galaxia diferente al resto de mortales...Sólo quería estar con esa chica. Su presencia le infligía unos estímulos tan agradables que por esa mujer sentía algo diferente a lo que un hombre le había proporcionado. Al tenerla presente, su reacción era incontrolable; quería seducirla, le temblaban las piernas y un fuego le subía por las ingles. Ese estremecimiento se posaba en su entrepierna extendiéndose por todo su cuerpo. Una turbación le recorría sus pechos. Estaba sumisa a ella aunque no se atrevía a decirle que sentía un amor en plenitud.
De nuevo estaba a su lado. Sus músculos se debilitaban y ponía todo su empeño en tener el valor de expresarle su cariño...mientras, la otra chica la contemplaba, le guiñaba y entendía perfectamente lo que estaba ocurriendo pero le corría las dudas de si era real y verdaderos cada gesto que contemplaba en aquella mujer que ya la miraba con una provocación desmedida.
Deseosa de aclarar el asunto, puso sus pasos hacia la mujer. Ella simulaba que bailaba y tomaba un trago. El saludo conllevó la normalidad de un encuentro. Los besos en las mejillas parecieron como si el tiempo se hubiese detenido y lentamente fuesen aconteciendo. El disfrute de la chica más tímida fue un impacto primordial. La fluidez de la conversación dio paso a los primeros toque en el pelo y en el cuello. Los gestos afectivos no tardaron en hacer acto de presencia...
Aquella fiesta fue organizada por un amigo en común. Allí había tanto hombres como mujeres con tendencias sexuales variables pues la joven veía parejas heterosexuales con bailes sugestivos, hombres que suponían homosexuales pues un hombre no besa a otro hombre en la boca así porque si y luego también había algunas parejas de lesbianas...era una fiesta donde corría el sexo, las drogas y el rock and roll...
La mujer no se contuvo. Fue incitándola a que se acercase a una puerta que daba a un jardín frondoso. La música se tornó más sensual y lasciva. Las parejas se iban definiendo y cada cual actuaba libremente en cuanto a besos, tocamiento y caricias se trataba. Ellas se contuvieron aunque lo deseaban...las miradas lo delataban. Ya en la puerta y con motivo de que la luz se hizo menos intensa, la mujer la besó. Al principio la joven dudó por pudor y miedo a ser vista por algún amigo o alguna amiga con los cuales había llegado.
Sin divagaciones, y fruto de las caricias que ahora si le daba aquella impaciente mujer, la besó intensamente. Las palabras eran omitidas para dar paso a los sonidos que emitían la intensidad de los besos. La joven notaba aquellas manos que le habían dado unas caricias maravillosas, ahora, iban subiendo su vestido. Tocaba sus muslos. Se sentía abordada por ese conjunto de mariposas del amor.
Un primer jadeo salió de su boca cuando la mujer acarició su entrepierna pasando sus dedos por su rajita de placer. Esos contactos hicieron que sufriera un gusto delirante. Su vagina comenzó a ponerse húmeda. Le abordaba los labios de aquella mujer seductora que le iba propinando un intenso placer. Mientras dentro la normalidad de la fiesta iba sucediendo, fuera las dos estaban en una faceta de conocimiento, aunque, los
efectos de acaloramiento que iban asumiendo incitaba a algo más.
Como si aquella mujer conociese la casa, le dijo que conocía un lugar donde podían estar más a gusto. Al principio dudo, pero inducida por aquellos suculentos besos y aquellas palabras que la sedujeron totalmente, se abalanzó a decirle que adelante. El lugar era una habitación amplia con una cama cubierta de unos adornos impresionantes, aunque lo que más la deslumbró fue el amplio espejo que había en el techo. Mientras sus ojos se posaban en el espejo , la mujer comenzó con sus caricias, besos y a decirle cuanto deseaba hacerle el amor en aquel momento. Ella no se desestabilizó pues también lo deseaba. El apetito sexual le llevó a ella a tomar las riendas de lo acometido. Para ella , aquello era nuevo pero se dijo que tan diferente, en cuanto a los preliminares con un hombre, no sería. Inducida por los estímulos que iba asimilando, fue desvistiendo a aquella lasciva mujer. Una vez quitado el vestido pasó a la ropa interior. Fue quitando las medias como una profesional del sexo. Era tan delicada en las acciones que parecía que lo había hecho toda su vida. Ya puesta ante el tanga de la mujer, tocó primeramente su vagina. A través de la tela la notó húmeda también y más tras manchar el tanga. Suculentamente y con besos en los muslos, las ingles y la cintura, quitó la prenda hasta dejarla completamente descubierta. Después, fue en busca de sus senos. Con un movimiento rápido, el sujetador acabó en el suelo. Su boca iba lamiendo los pezones que se mostraban erguidos, a la vez, su mano iba penetrando la vagina haciendo que la mujer diese los primeros suspiros de placer. Del acaloramiento, fueron pasando a sensaciones embriagadoras. El apetito sexual se apoderó de los cuerpos y estaban dominadas por la lujuria.
La mujer gemía. Sufría ardor por todo el cuerpo desnudo. El arrebato frenético la tenía dominada y deseaba ser llevada a un orgasmo intenso. La joven se había dejado llevar y su actividad bucal y táctil estaba logrando excitar a aquella mujer.
Con un movimiento lento se fue incorporando hasta besar la boca de la joven. Era como decirle que lo propiciado había sido de un alto grado estimulador. Su vehemencia había servido para trasladarla a un estado de apoteosis exquisita. 
A cada palabra, se le iba acercando más con un movimiento lleno de perversidad seductora. En pocos segundos , la joven estaba desnuda. Le acogía un rigor corporal que no sabía que significado darle. Ella había dado placer a su pareja nocturna y en ese momento, le tocaba a ella ser llevada al apogeo sexual.
Sus labios comenzó a sentir los besos cálidos que otorgaban aquellos labios apasionados. Las lenguas se entrelazaban. La mujer chupaba su lengua para introducirla en una practica delirante. Seguidamente fue abandonando la boca para besar el cuello. Su lengua al contacto con la piel hacia que se sintiese abordada por una convulsión corporal tras otra. La manos tocaban sus pezones mientras su pierna se movía en su coño como si fuese a penetrarla. La acogía tres focos de placer. Así, había perdido la noción del tiempo.
Cuando la mujer estaba dispuesta a comerse aquel coñito rapado y lleno de belleza, unos toques en la puerta provocó en la joven un miedo atroz.
Al ver que la habitación estaba ocupada, la volvieron a cerrar. La mujer quiso seguir en su dedicación pero la joven no estaba. Cuando encendió la luz, la joven estaba vestida. Le suplicaba que debía irse con sus amigos. Ella trató de calmarla, aunque lo consiguió en parte, la joven no lograba de pensar si habían sido alguno de sus amigos que la echaban de menos y fueron a buscarla y la habían visto con una mujer.
La mujer la calmó nuevamente y le dijo que no habían sido sus amigos, pues había reconocido la voz de aquel hombre y aquella mujer.
Aquello la hizo reaccionar, pero ya estaba vestida. Con un abrazo y un beso que duró un tiempo considerable le habló. Al despedirse, le entregó su número de teléfono. Quería volver a verla...

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