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jueves, 9 de abril de 2015

Una relación sin final - 2 -

   El mayor problema no radicaba en la dependencia que estaba mostrando, sino que, por su propia cuenta, había contado a su familia su situación sentimental y para más complicación, había mencionado que pasarían el verano juntas en la playa.
   A cada palabra que mencionaba entre sollozos era un puñal que se clavaba en la otra chica. Siempre habían acordado no involucrarse en una relación. Aquella situación era agradable, pero era solo sexo...nada de enamorarse y, menos, adentrarse en una relación de pareja. Ella había salido de un estado conflictivo con otra chica y no deseaba volver a pasar por ese dolor que marca el amor hiriente.
   Cuando las lágrimas fueron menguando en los ojos de la chica más joven, sus palabras llevaban el camino del perdón. Su exposición era comprensible después del tiempo que llevaban unidas y compartiendo piso. Sin embargo, también entendía los problemas por los que había pasado su compañera. Los nervios se fueron apaciguando y las razones floreciendo. La chica mayor concluyó diciendo que pasarían el verano juntas ya que así lo había hablado con su familia y no quería dejarla en mal lugar. Después, todo terminaría y cada una viviría su vida. Una vez mostrado el amor, la convivencia no sería del mismo modo. Por nada del mundo quería otra relación...y así, de nuevo, se lo hizo ver.
   Un abrazo sello el pacto acordado...no obstante, era una situación límite porque debería pasar por un estado que no era real. Por más que ocultasen el no formar pareja, en cualquier momento, se descubriría y las discrepancias podrían ser la gota que colmase la paciencia.
   Mientras llegó el verano, la relación fue distanciándose. Tenían sus juegos de placer y buscaban la calma sexual. Se encontraban con las miradas y disfrutaban de la lujuria en ese momento...siempre sabiendo en el acuerdo que había alcanzado.
   El verano las condujo a la playa. El lugar era maravilloso. La chica mayor quedo encantada de aquel fantástico lugar. Allí fue presentada a sus padres, su hermano y sus tíos que pasaban unos días. Al principio la situación fue más tensa, aunque todos la acogieron con respeto y amistad.
   Transcurridos unos días tuvo el primer momento de tensión. El calor la agobiaba aquella noche y el insomnio la hizo deambular por la casa en busca de ese agua fresca en la nevera. Unos primeros gemidos la desconcertó. La sangre le hervía...quería saber que pasaba en aquella habitación. Su curiosidad le llevó a lo más inesperado: La madre de su amiga se lo estaba montando con su cuñado.
La habitación estaba lejos de los dormitorios lo que suponía no ser escuchado siempre que no hicieran ruido. En una primera ojeada presenció como la mujer estaba encima del hombre disfrutando de manera fascinante. Se le veía desbordada por el placer que le infringía aquel pene del cual parecía estar exultante. Aquella situación no era la primera vez se decía y notaba un afín obsesivo. Su pensamiento se puso a cavilar. Enseguida puso su visión a lo que sucedía allí adentro. Aquel día la luna estaba llena lo que hacía que presenciase todo con claridad.
Tras las galopadas acometidas, llegó la hora de la mamada. Su boca se llenó de aquel miembro. Las chupadas provocaban un gusto enorme al hombre para sin más detención decirle que deseaba hacer un 69 y así los dos obtendrían el placer más deseado. Los lametones producían una sonoridad dentro del silencio de la noche. En esos momentos, ella fue notando como su clítoris se estimulaba. Notaba como aquella pareja la estaba excitando. Sin titubeos comenzó a tocarse. Un potente gozo la acogió. Se sentía humedecida y las acometidas eran más profundas. Mientras ella se masturbaba, la pareja cambio de postura. El hombre estaba en lo alto y la penetraba con fiereza. Ella así lo quería porque le empujaba sus glúteos para que entrase su miembro hasta lo más profundo del clítoris y así llevarla a una fascinante corrida. Entre los suspiros de ella y los quejidos y gemidos de la pareja, la noción del tiempo y la situación que estaba le hizo olvidarse del conflicto que sería ser hallada allí. Al calmarse un poco notó como la pareja se detuvo. Ella no fue previsora y pensaba que cambiarían de posición, sin embargo, no acontecieron las cosas como ella desease. Sin darse cuenta la puerta se abrió. En un leve empujón la madre de su amiga la apartó de la visión de su cuñado. Sin mencionar palabra, le insinuó por gesto que se fuese a dormir y que mañana hablarían. La situación no fue nada propicia y con paso firme se fue a la cama. Ahora si que no conciliaría el sueño pasado lo que había pasado. Esperaba una gran repulsa al día siguiente por parte de la mujer, e , incluso, del hombre. El primer problema que surgía y no sabía cómo podía acabar, aunque, también se decía, que podía decirle a la madre de su amiga que nada de reprimendas porque iba a su marido y entonces si que se podría liar un caos sentimental.
 La noche avanzaba. Sus dilemas acontecían. Pensaba en la represión, en los cuernos, en cómo se sentiría su amiga si le dijese algo. En lo que más se detenía era en el espectacular cuerpo que tenía la mujer. En aquellos pechos y en los pezones tan erguidos. No entendía como se había excitado al ver la pareja copular. Su deliberación le llevó a pensar que se veía ella como el hombre. Al pensar en la madre, notaba como se le estremecía su piel y le abordaba una excitación frenética. Tanto era el placer que le rondaba que comenzó a masturbarse. Los gemidos despertaron a su amiga. Sin darle explicaciones la desnudó e hicieron el amor. Al concluir, la joven notó cambiada a la chica. ¿ Qué le había pasado para tratarla tan suavemente y hacerla llegar al orgasmo más excitantes en mucho tiempo ?
Ambas quedaron rendidas en la cama. El sueño y el placer las hizo claudicar hacia un estado maravilloso. Deberían aprovechar porque pronto llegaría el día y tenían previsto nuevas actividades.