Seguidores

sábado, 27 de septiembre de 2014

En mi desvelo te echo de menos.

Me desvelo con el silencio de la noche. Pensando qué sería si tu estuvieras aquí me toco mis genitales para seguir con una leve masturbación que me lleve a calmar las ganas de tenerte a mi lado. Esa ruptura del sueño me hace imaginar y recordar...Mi mente puesta en lo pasado me traslada a momentos inigualables contigo.
El recuerdo me traslada a esos instantes en que estoy abrazado a tu cuerpo. Al decirte lo mucho que te amo, te lo digo con todo mi corazón. Decirte cuánto te quiero es demostrarte el valor que causas en mi y por eso te deseo tanto.
Al besarnos hallamos la profundidad del amor. Boca con boca alentamos a los malos augurios a salir de nuestros cuerpos y a que nos dejen conseguir el placer que tanto nos agrada.
Tu ausencia me ahoga. Quiero estar adosado a tu cuerpo, sentir el calor de tu piel, notar esos pezones erguidos dispuestos al tacto de mi lengua. Quiero poner mi mano en tu intimidad y con mis dedos penetrarte muy suavemente... Deseo hacer el amor contigo y quedar rendido junto a ti contemplando ese techo que tantas veces ha hablado cuando tu no estás.
Con el pensamiento puesto en tu persona, la excitación me invade. Se me viene a la mente el momento que me arrodillo dispuesto a hacerte ese culiningus que te lleva a las estrellas del placer. Poco a poco recorro tus muslos con mi lengua. En la tensión de tus músculos noto que te sobrecoge un gusto que te desarbola. Te veo echar para atrás la cabeza como señal de que los primeros estímulos van llegando como olas que llegan a la playa. Cierras los puños. La almohada sufre la fuerza que provoca esas corrientes sexuales que te hacen sentir que el orgasmo más saludable ha comenzado. Ese oleaje desalentador no amaina a pesar de levantar mi cabeza. Son mis dedos en tu vagina los que te lleva a desmantelar tu interior con el toque suave en el clítoris y la posterior masturbación. Tus ojos se cierran y esbozas los sucesivos suspiros...sólo mirarte ya contemplo que ese diluvio sensitivo te abraza y vas tomando un fuego interno que me apasiona.
Sin más divagaciones, mi lengua va a tus labios vaginales...el gusto me absorbe y el olor me conduce a buscar más adentro ese placer compartido que nos lleve a quedar rendidos en la cama. Con un brío cauteloso, mi lengua se abre paso en tu vagina. Tus súplicas, esos arrebatos impulsivos de cogerme la cabeza y gritar, tus jadeos...todo ese conjunto de ruidos emocionales son argumentos que me hacen ser más incitante, más aguerridos.
Solo alzar mi cabeza y mirarte ya sé que estás lista para recibir mi pene. La penetración no se deja esperar. Encima de ti me muevo con delicadeza para que, en cada envestida, mi pene vaya adentrándose más en tu vagina humedecida. El contacto de nuestros órganos sexuales provocan un pequeño ruido que te gusta. En tu mirada lo noto y con más intensidad pongo mis sentidos sexuales para darte todo el placer que deseas y yo deseo también.
Las posturas se suceden, pero esa postura que nos llevó a alcanzar el primer delirio es la que más me une a ti. El ponerte a cuatro patas me excita de manera fascinante. Abro tu vagina, aunque, veo tu ano y me produce una osadía superior por penetrarte por ese lugar. Se que siempre has dicho que ya llegaría el momento y no quiero hacer lo que tu no deseas porque te trae unos recuerdos nada apetitosos.
Suavemente mi pene es engullido por tu apetitoso coñito. El gusto me llega a medida que va adentrándose y me provoca tal impetuosidad que no doy más moratoria a la penetración total. Cada sacudida nos colma de apetitosas sensaciones. El placer concebido es el fin que deseamos lograr.
Te agarro de tu trasero para atraerte a mi. La penetración se hace más intensa notando como la cabeza de mi pene se despoja del prepucio consiguiendo así una mayor estimulación, esto provoca que el grosor aumente y tu sientas una satisfacción más maravillosa.
Las sucesivas penetraciones hacen que vaya notando como el líquido seminal vaya recorriendo su camino dispuesto a salir. Con el entusiasmo infligido, la leche no se demora. Es el momento que tu imploras que deseas recibir el semen en tu boca. Tus órdenes se ejecutan.
Tu boca me masturba y no se hace esperar el semen. Mis suspiros ahora son los que hacen marchar al silencio, La habitación se llena de placer con mis gemidos y me corro en tu boca...el placer ya lo notamos los dos; ambos cabalgando por las estrellas sexuales hemos alcanzado esa pasión que nos une fuertemente. Quedamos rendidos y mirando a ese techo que dice muchas cosas, y un cigarro nos conduce a una relajación plena hasta quedar dormidos. El sueño se hace más apetitoso tras hacer el amor.
Con mi pensamiento en ella y en cuanto hacemos cuando estamos unidos, pasan el momento. Mientras mi memoria narraba lo anteriormente, la masturbación ha trascendido. Ya no es igual cuando estaba en soledad, ahora, tu eres la que me masturba mejor y me llega un gusto más interesante. Te echo de menos...espero pronto estar a tu lado y hacer el amor dulcemente. Te quiero.