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viernes, 8 de mayo de 2015

Una relación sin final - 4 -

La noche se presentaba calurosa, por más baños que se diesen no quedaba la piel con esa frescura deliciosa que apacigua la sequedad del ambiente veraniego. Ese sofoco traía a la madre con malestar y con un poco de mal humor. Estando en esa situación desestimó el ofrecimiento de su marido y cuñados para ir a la fiesta del pueblo y así pasar la noche más entretenidos. La negación no hizo cambiar de idea al resto de inquilinos de la casa...Las que no sabían que hacer eran las dos chicas. En un mar de dudas estaba la amiga, sin embargo, la chica, tras la negación observada, no quería ir a ningún lado. Aunque no podía quedarse en casa. Si rechazaba cualquier propuesta podría despertar las dudas de su amiga y prefería verla sumida en su mundo que no controlando todos los pasos que pudiese hacer ella. Tras su elocuente pensamiento accedió a dar un paseo con los demás. En su mente estaba que la madre se había quedado sola y era una oportunidad inmejorable para hacer el amor con ella.
Una vez arreglados todos, pusieron rumbo al pueblo. El ambiente era genial, sin embargo, no podía dejar de pensar en aquella seductora mujer que se había quedado sola en la casa. No participaba del baile ni correspondía con alegría a las acciones que hacia su amiga. Por su mente pasaba multitud de escusas para abandonar aquel lugar e ir a follar que era su pensamiento y deseo.
Al ver aproximarse a su amiga, su reacción fue fingir arcadas como si tuviese ganas de vomitar. Las preguntas se sucedían por si había comido algo en mal estado. Ella solo dijo que tenía ganas de estar en la cama y que se quería marchar. No hacía falta que la acompañase ya que se llevaría el coche. No deseaba fastidiar la felicidad que estaba mostrando con su familia. Era ella la que no se divertía y no podía estar en aquellas circunstancias en la fiesta. Sin ver más allá de lo presente, la amiga accedió. Se lo estaba pasando bien y no fue más allá de la acción a la que se enfrentaba con la chica.
Cuando se alejó de la fiesta, fue como liberarse de unas cadenas que la tenían atrapada. Ahora veía con más claridad las ganas de follar que tenía con la madre después de lo acontecido en el baño. Si ella ponía algo de trabas la seduciría para yacer con ella hasta que llegasen los restantes miembros familiares.
Al ver llegar el coche, el gesto de la cara fue otro. Intuía que era la chica, aunque, no lo sabía con certeza. Nada más verla la sonrisa fue a sus labios. Frente a frente se saludaron. No paraban de mirarse. Era como si no fuese pasado el tiempo y se encontrasen en la misma situación del baño.
De pronto, la chica se fue hacia ella y la besó. No le cogió de improviso aceptando con fuerza todo el amor entregado. Los besos se sucedían por su boca, por su cuello, por su cara. Sin más premisas, le quitó la camiseta dejándola con el sujetador. Su lengua iba de un lado para otro en aquel cuerpo ardiente. Sus manos se enredaban en el pelo de la chica...estaba disfrutando de aquel instante. Sus pechos se elevaron con el simple hecho de las caricias que le propinaba.
La puso de espaldas y le mordía la nuca, algo que excitaba a la madre que estaba ya en las garras sexuales de aquella joven. El sujetador fue quitado con suavidad, al igual que sus pechos cayeron. Al estar al descubierto fueron manoseados con ternura. Aquellos masajes la estaban desorbitando. Los masajes la cubrían de un placer maravilloso. Estaba a merced de las cosas que quisiera hacerle aquel ángel de amor. Ahora las manos calientes iban buscando la falda y sus braguitas. Sin darte cuenta estaba desnuda...aquel aroma a mujer le fascinaba a la chica. El olor era una seducción mortificante y no dejaba de besar y lamer aquel cuerpo de mujer madura.
Con un gesto la incitó a sentarse en el sofá. Se echó encima y ambas se besaban sin contemplaciones. De la dulzura y suavidad inicial pasaron al desenfreno total. La madre notaba su cuerpo vibrar...había follado con hombres pero aquel placer que le subía de los pies para arriba era muy diferente.
Mientras tenía el pensamiento en mente, notó como los dedos entraban en su vagina. Poco a poco se iba retorciendo de gusto. Las piernas las abría para recibir más placer. Los músculos vaginales se dilataban deseando sufrir un delirio estremecedor de aquella joven. Las convulsiones iban y venían por todo su cuerpo. Los movimientos en su clítoris la llevó a un extremo inigualable. Ella se masturbaba, pero notaba más gozo en lo que le estaba haciendo aquella mano que no se detenía. Percibía la satisfacción sexual por todos lados. El pezón se iba estirando a la vez que la mano jugueteaba con él y si no, era la boca la que chupaba aquella teta que se mostraba ya con gran dimensión fruto del éxtasis alcanzado.
Los gemidos se sucedían con una frecuencia magistral. Su cuerpo era fuego que ardía desde dentro a fuera. Su piel sudaba...el ritmo no menguaba y su respiración se entrecortaba como señal de la excitación que tenía. Ya su coño estaba en una humedad superior. Se detuvo en la penetración la joven y la miraba con intensidad. No hacía falta palabras, la comunicación estaba presente.
Fue en aquel momento cuando ella tomó a la joven. Comenzó a masturbarla al cambiar de posición.
La ansiedad le podía y fuertemente apretaba su mano contra aquella vagina que deseaba todo aquel empuje. Los gritos aparecieron en la chica acompañados de una respiración delirante.
Alzo su pierna, se la posicionó en el hombro y puso su vagina contra la vagina de la otra. Fue un acto reflejo pero buscando el frotamiento de los dos sexos y así lograr la explosión de la pasión sexual.
Ambas se movían con arrebato. Los chorros de placer corrían aquellos dos cuerpos que deseaban lograr el mayor de los orgasmos. Cada una iba recibiendo olas de satisfacción que les hacía evadirse de la realidad y del lugar que estaban.
Disfrutar del sexo era lo que deseaban y lo estaban logrando. Apretaban los clítoris con énfasis para en el rozamiento alcanzar el desvanecimiento total.
Mojados los labios vaginales los estímulos les recorrían aquellos cuerpos desnudos con frecuencias mínimos...querían soportar todo el placer que fuese posible y que la satisfacción en aquella noche no la pudiesen olvidar en mucho tiempo.
Así lograron alcanzar el mayor de los éxtasis con la fricción de las vaginas. La madre empujaba más. A ella le estaba llegando el orgasmos preliminar y no tardaría mucho en correrse.
La joven cambió de posición. Era la misma pero ella envestía a su compañera de cama. Con los movimientos apropiados, los calambres finales aparecían. Todo estaba listo para llegar al orgasmo final. Las caricias llegaron a los senos de la madre y fue la gota que colmaba aquel fuego interno...el grito la hizo vaciar el flujo de su adentro. Le pidió que continuase en sus movimientos para así colmarse del placer más profundo. La joven gritó también y era evidente que se había corrido encima de la mujer.
Los dos cuerpos desnudos se posaron en el suelo. Estaban exhaustos y requerían un momento de calma para recuperar unas fuerzas debilitadas por la intensidad del sexo practicado.
Las dos se incorporaron a la vez para besarse con intensidad...eran besos de trofeo por la conquista lograda. En sus bocas quedaron una media sonrisa que las llevó a abrazarse. Así permanecieron un rato...ninguna palabra.
Habían perdido la noción del tiempo, sin embargo, estaban con una felicidad enorme. La madre fue la que interrumpió el silencio diciendo que nunca había hecho eso, aunque, había recibido sensaciones más maravillosas que el placer que se alcanza cuando follas con un hombre.
En una conversación entraron cuando a lo lejos escucharon el regreso de la familia. Sigilosamente cada una se marchó a su habitación.
Al llegar la joven a la habitación vio a la chica en la cama y con un sueño profundo. Se acostó en la otra cama y se dijo que en la mañana ya vería como se encontraba su amiga.
La madre reposaba en la cama. El marido llegó con ganas de follar...se encontró la negativa pues estaba aún con las emociones de la joven y no quería desecharlas así tan fácil.
Ante la negación el hombre se fue a dormir y así quedó la casa en silencio hasta el próximo día.

sábado, 2 de mayo de 2015

Una relación sin final - 3 -

Con los primeros rayos de claridad sus ojos se abrieron. Allí estaba la joven toda desnuda con una belleza descomunal. Mientras la contemplaba, pensaba en lo sucedido en la noche. Su pensamiento no iba dirigido en haber pillado a la madre de su amiga follando con su cuñado, ni lo sucedido en la cama con su amiga después de presenciar aquel acto de sexo. No le quitaba el sueño la infidelidad que había presenciado. Lo que le hacía recapacitar en ese momento de la mañana era la atracción que le producía el fantástico cuerpo desnudo de la madre. Aquellos pezones la tenían en un desequilibrio perturbador, al igual que su intimidad despoblada. Su cuerpo se estremecía al pensar en ella, aunque sabía que era entrar en un campo de batalla muy peligroso.
Sus dedos iban acariciando la piel de la joven sin obtener estremecimiento alguno. Cada caricia la extendía en el cuerpo pero con su mente puesta en aquel cuerpo maduro.  El pensamiento hacia la señora de la casa la estaba evadiendo de la realidad y en su semblante había un gesto de felicidad muy elocuente. Era atracción lo que engendraba esa fuente de placer.
Sin notar nada, la joven se despertó con el consiguiente giro de su cuerpo desnudo. Al ver a su amiga con aquella cara de aislada, su reacción fue acercarse a ella y besarla. Se quedó en el intento porque no llegó a hacerlo ya que la chica lo impidió. El gesto de darle un beso fue como bajarla de aquel sueño tan bonito que tenía. De pronto su gesticulación cambió. No poseía la cara que había contemplado al abrir los ojos...¿ en qué estaría pensando o qué circulaba por su mente para poseer aquella cara tan agraciada?
Por separado se vistieron para llegar al desayuno. En casa ya estaban todos levantados y cada cual decía el plan que iba ha desarrollar en aquel esplendido día de verano. La joven emitió su veredicto pensando que su amiga la acompañaría. Tenía unos asuntos pendientes en la ciudad y esperaba que la acompañase...pero no, sus rumbos iban en otra dirección. Cada persona dedicaría su tiempo a estar fuera de la casa en ese día por diversos motivos. El último turno quedaba para la señora de la casa. Ella haría las faenas y después marcharía a hacer las compras para después ir a la playa. La chica, inmediatamente, le insinuó que si podía acompañarla y así se conocerían mejor. No ofreció objeción alguna pues una mano compañera le vendría muy bien y, de este modo, antes acabaría la limpieza de aquel hogar tan concurrido. Esto supuso el enojo de la joven. La miraba sin comprenderla y no entendía por qué declinaba ir con ella a la ciudad y así estar juntas.
Cuando se fueron marchando, la calma afloró en la casa. Ahora se estaba bien. La temperatura era propicia para la relajación y estar disfrutando la soledad. Todo lo pensado se esfumó en segundos al llegar la madre y decirle el plan de trabajo. Ella aceptó cuanto le decía...su idea estaba puesta en marcha y todo iba saliendo estupendamente. No se separaban ni un momento. Si ella ponía cara alegre, la madre se contagiaba y su cara estaba repleta de felicidad. Ambas se conjuntaron muy bien. En un primer momento los temas de conversación llevaron el rumbo de los estudios, después pasaron a temas más personales para pasar a temas más íntimos. Buscaba saber si su hija tenía alguna relación o algo parecido porque la había notado muy contenta en las últimas llamadas antes de verse en la casa de la playa. La notaba como enamorada...muy espontánea y risueña.
Ya en la cocina se dispusieron a preparar la comida y ahí salieron temas más picantones. Ella no ocultó su tendencia lesbica. Siempre había sido un poco bisexual, aunque, le interesaban más las mujeres que los hombres. Estos no se habían portado muy bien con ella y había decidido no tener más relaciones con hombres.
Aquella confesión no alteró a la mujer, aunque si la descentró un poco. Pensaba que la chica tenía pareja. El tema trajo una conversación fluida entre las dos mujeres con la consiguiente mención de la madre diciendo que ella no lo había hecho nunca con una mujer. Si tenía referencias por amigas y curiosidad en internet del placer que se recibía porque hacerlo con una mujer conllevaba más ternura, más sensualidad, más excitación...era muy diferente a practicarlo con el hombre y llegabas a un orgasmo más pleno, más penetrante y más estimulador. Mientras hablaba, a la chica le vibraba todo el cuerpo, hasta los pezones se le habían puesto más erguidos y duros mostrándose en la camiseta con todo descaro. Por la entrepierna le subía un calor muy exquisito que la sumía en unas ganas locas de abalanzarse y poseer a su acompañante. En ella veía a una persona por descubrir tanto en lo sexual como en lo femenino. Sus impulsos la tenían en una dualidad mortificante. Si se lanzaba hacia ella podía hacerle el amor alli y quedar ambas complacidas o ganarse una reprimenda y quedar mal ante los ojos de aquel ser tan maravilloso.
Ya el colmo de la desesperación fue cuando le insinuó que iba a darse un baño. La faena iba adelantada y tenía calor.  Ahora si que recibía las palabras como una acción directa. El solo pensar en bañarse juntas le seducía. Desnudas disfrutarían del sexo y le haría encontrar una satisfacción más deseosa. El placer sería diferente al realizado con un hombre y la pondría a dudar cual sexo le gustaba más. Bajo su ropa notaba la humedad de su clítoris...sus ganas de ser acariciada le absorbía todos los sentidos. Estaba cubierta por una obsesión que la hacía perder la realidad.
Cuando la mujer se dirigió al baño, ella tomó el mismo rumbo. Con voz melosa dijo que iba a poner un poco de orden en su habitación para cuando llegase su hija. Esperaba que la replica fuese: Ven conmigo a la ducha y hagamos el amor.
La puerta no quedó completamente cerrada. Como persona curiosa, regreso con pasos silenciosos y se puso a mirar por la pequeña abertura. Su visión le hizo ver una silueta deslumbrante...en su cuerpo notaba las manos de ella untando la espuma. Sus labios querían besarla y morder ese cuello de piel suave. Al dejar de caer el agua, sus sentidos reaccionaron. Debía de marcharse porque sería descubierta y podría reaccionar de la manera que antes le mortificaba la cabeza. Un grito la alertó. La voz requería su presencia para que le llevase una toalla grande que había en su dormitorio. No se detuvo ningún instante y fue al dormitorio para coger lo requerido. Sobre la cama estaba toda su ropa: sujetador, braguita, camisa, falda...y la toalla. Contemplar la ropa intima fue la seducción total, pero, nuevamente, la voz la hacia volver a la realidad. En ese momento que ella entraba en el baño, la mujer salía de la ducha. Su cuerpo desnudo cubierto de gotitas de agua la excitaron más. Era el instante deseado, la situación perfecta para follar con ella y declararle su pasión desde que la vio.
La madre miró a la chica. Sus ojos estaban brillantes, encendidos en amor, pasionales...eran pura lujuria...parecía estrellas relucientes en un cielo oscuro.
- Mujer no me mires así. Me estás ruborizando - ¿ Te gusta mi cuerpo ?
- Aunque no es de una joven, me gusta conservarme bien y mi trabajo me cuesta...aquí están los resultados -
- ¿ Has visto mujeres con mi edad cuyo cuerpo este de esta manera ?
La joven no sabía que decir y, ahora, las convulsiones la hacían ruborizarse. Estaba fascinada con lo que tenía delante, y, solamente, las dudas formaban una barrera inquietante. Mirarla suponía hechizo, no querer separarse ...estar follando en ese lugar y disfrutar de aquella madura que la estaba poniendo muy cachonda.
De nuevo una voz despertó el silencio creado en el baño. Las miradas seductoras despertaron...Aquella voz de mujer preguntaba dónde estaban...
No desearía ver escuchado a su amiga, pero contestó con un grito que despertó al silencio. Se dijo que la pesada le había quitado la oportunidad de acercarse más hacia su presa sexual.  El encuentro de las tres mujeres fue frío y distante...tanto la madre como la chica actuaron de forma natural...como si no hubiese pasado nada, aunque, ambas sabían que algo había acontecido. Las miradas silenciosas hablaban por si solas. La chica comenzó a decirle a su amiga lo que había hecho pero teniendo en mente qué hacían las dos en el baño.
Con el resto de la familia en casa todo se fue diluyendo, sin embargo, la chica seguía viendo la silueta de la mujer madura y más ganas tenía de hacerle el amor.