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domingo, 3 de marzo de 2013

Disfrutar de lo desconocido.


Lentamente fue cayendo sin cesar de mirarla hasta quedar con sus rodillas en el suelo. Se arrodillo  ante sus piernas y con un guiño la intentó tranquilizar . Sus piernas permanecían cerradas fruto del estupor que le causaba estar frente a un desconocido. Notaba como si la incertidumbre la acogiera y fuese presa de la desconfianza.
Con un gesto suave levantó el pie de ella para quitarle el zapato. La miraba. En sus ojos estaba el desequilibrio emocional y en su boca el silencio . Ella se sentía desbordada por la seducción de aquellas manos que sigilosamente abordaban la consecución predispuesta. Le conmovía cuanto estaba haciendo y era poseía por un estremecimiento que le corría por su piel. Estaba asombrada ante tanta ternura cuando había sido descarado al presentarse. Algo que no le hizo mucha gracia y así se lo había dicho a su amiga quien fue la que los presentó...pero allí estaba, sentada en aquel sillón mientras unas manos asombrosas y unos ojos encantadores le infligían excitantes palpitaciones en su interior.
Ante tanta asombrosa cautela sexual, y fruto de una excitación que la abordaba, cerró los ojos. Se estaba entregando a lo que hiciese aquel tipo.
Una vez quitados ambos zapatos, notó como las manos comenzaban a subir por sus piernas. Le albergaba un gusto delirante. Abrió los ojos y posó su mirada en los ojos de él. Ya sus manos estaban en los muslos. Sigilosamente, los recorrían con esa suavidad que la llevaba a un estado maravilloso. El corazón le latía con más intensidad, sus pezones se iban elevando y con la lengua regaba los labios que los notaba secos. Su saliva era el mejor consuelo para humedecerlos.
Las manos llegaron a la cintura. Su mirada habló. Ella se levantó sin mencionar palabra. No necesito de la compañía para impulsar su cuerpo a ponerlo recto. Tras ponerse de pie, las manos volvieron a su dedicación aunque esta vez la acción fue incitarla a que abriese un poco sus piernas. La abertura fue la precisa para dar espacio a una mano. El nerviosismo se hacía eco en ella, aunque deseaba que aquella persona ,que la estaba llevando a un intenso delirio sexual, no dejase de infligirle aquel estado tan fascinante. Estaba disfrutando de las sensaciones a la que era sometida.
Cuando su mano se poso en su tanga, fue un momento agitador, de sobresalto...un momento estimulante, una alteración de todos los sentidos porque lo deseaba tanto que le llenó de un escalofrío encantador. Estaba disfrutando tanto que sólo quería estar allí con aquel tipo. Su cuerpo se había vuelto lánguido,  sometido a la ternura de unas manos hábiles en las caricias estremecedoras. Sólo le apetecía cerrar los ojos y ser llevada al mundo de los deseos y de las fantasías sexuales.
Con la cautela que atesoraba, el hombre le susurro que se girase. Los besos fueron subiendo por sus piernas hasta llegar a su culo y camino de la espalda. Se acopló a ella e hizo bajar el tanga. Despacio sacó su miembro y la penetró. Aquello fue ya el acontecimiento deseado. Sucumbieron al placer quedando engalanados de un gusto primordial. Todo había acontecido muy rápido pero desde que lo vio le había llamado la atención y en ese momento supo que esa noche iba a disfrutar con ese hombre.

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