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jueves, 7 de agosto de 2014

mi inquietud

En tu sueño estaba la incertidumbre de cual sería tu regalo por el día de los enamorados. Se aproximaba el día y tu sucumbías a ese estremecimiento que da no saber nada de nada sobre cual sería mi acertado regalo esta vez.
 ¡ Mi amor , vistete que vamos a pasar un día maravilloso !.
Mis palabras te produjeron sorpresa pero sin resistirte a ningún comentario, te vestiste más deprisa que en contadas ocasiones.
¡ Estás radiante , mi corazón !, ¡ Eres la princesa de mi sueño !- Te dijo con un beso de pasión.
Al llegar a ese lugar que tanto deseabas, sonreíste con descaro. Sabías que mi regalo no era nada material. Era esas sorpresas que tanto te gustaban. Un camarero muy amable nos mostró la carta para elegir y todo en ti se hacia cada vez más sueño.
Como un primer agradecimiento, tu pie se poso en mi entrepierna. Tu masaje me puso en tensión pues mi pene iba creciendo por esa suavidad que me mostrabas.
Era confortable la situación junto a ti. Todo cuanto hacías me llenaba de amor por tu persona. Mientras el camarero traía nuestra cena, fuiste al baño . Tu andar, tu silueta, tu belleza... todo en ti radiaba como un sol de verano. Eras la reina de la noche.
Al llegar, me susurraste que te habías quedado sin tus braguitas. Eso me excitó más para muy diestramente quitarme mi zapato e ir rozando tus nalgas con mi pie. Al llegar a tu vagina, la noté humedecida. Esto me hizo pensar que en el baño había ocurrido algo más que solo retocar tu maquillaje.
Muy cautelosamente me dijiste: ¡ Me he masturbado para que notases que estoy húmeda !, ¡ Te quiero mi amor !.
 Al escucharte, mi pie no paraba de tocar tu vagina. Tu estremecimiento aceleraba tu latir y tu mano agarró a la mía para , a cada gemido mudo, apretar mi mano.
La cena fue perfecta y quedamos satisfechos por su exquisitez. Seguidamente nos comunicó el amable camarero : ¡ En la planta de arriba se celebra el baile, señor !. Terminadas nuestras copas de champagne, nos levantamos para bailar y disfrutar de la noche. Al entrar sonaba música celestial de bienvenida. En un momento no pude resistir tu mirada intensa y te besé. Era tal la pasión que tenia en mi que mi pene se estaba endureciendo. Deseaba tenerlo dentro de ti. Salimos buscando ese acogedor lugar para follar con la intensidad que iba mostrando nuestros cuerpos. Nada pudimos encontrar pues todo permanecía cerrado y el baño estaba muy concurrido. Volvimos al salón y hayamos el lugar. Tras unas cortinas al fondo , y de forma disimulada, nos adentramos en ese espacio que no tenía nada. Solo estaba cubierto por las cortinas. Allí nos besamos mientras la música se intensificaba. Era una situación muy embarazosa pero nuestro deseo era mayor que la incertidumbre si nos cogerían o no. En un momento, tu boca lamia mi pene erecto. Tu saliva llenaba toda su grandeza. Me corría de gusto por cuantas lamidas me dabas. Antes de intensificar mi estremecimiento, me incliné ante ti y te bese tu coñito que estaba humedecido. Era un gozo cuanto te daba según me decías.
Me levanté para penetrarte. Te cogí por la cintura y alze tu cuerpo para pegarte a la pared. Tu mano cogió mi pene y se lo introdujo en tu coño que estaba deseoso de recibir  la dureza que tenias en las manos. Los gemidos fuero floreciendo. Suerte que la música era intensa y estaba subida de volumen.
¡ Como me gustaba follarte en sitios que tenían morbo !. Tus pechos los besaba, tus pezones erguidos eran la pasión de mi lengua, tu cuello era donde mi boca se posaba .. ¡ Te quiero, te quiero, te quiero !. Nuestra libido iba en aumento . Te cogí a pulso y mi polla entro en toda la raja de tu coño con una solvencia que te llego lo mas profundo que podía. Tu consuelo era el morreo que me dabas. Jadeabas por la intensidad de placer que te daba . Mi cuerpo se iba llenando de amor al tenerte adosada a mi . Sacudidas breves y rápidas eran una alegría en nuestras miradas. Esa postura me iba debilitando.
Entonces te pusiste de espaldas y te penetré por detrás.... eso fue el colmo del delirio y desenfreno. Tus fibras sensoriales se iban estremeciendo y mis sacudidas se intensificaban. Mi pene iba a reventar de placer.
¡ Como te quiero, mi amor !.
Sin poder contenerme más y fruto de la intensidad, me corrí. Tu boca gustaba lamer mi pene lleno de ese liquido de amor. Cuando nos pusimos correctamente nuestras ropas, salimos como si allí no fuese pasado nada. La luz se había debilitado un poco para hacer mas intimo la canción que sonaba en aquel momento. Fue maravilloso follar contigo en aquel rincón de amor.
Mientras bailábamos, te digo: ¡ Mi amor, aún no ha terminado mi regalo del día de los enamorados !.

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