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miércoles, 12 de febrero de 2014

Tu cuerpo es ardiente como el placer.

Mi interminable deseo busca tus estímulos.
Esas sensaciones estremecedoras atesoran que tu sexualidad
emerja para engrandecer mi pene.
Desvanecido por la excitación me cubro de un placer
que nombre no tiene.
Cuando tus zonas erógenas producen ese delirio en mi interior,
vulnerable me siento...quiero adentrarme en ti
para copular sin descanso hasta que la fatiga nos envuelva
y desfallezcamos en la cama ardorosa.
Te miro. Tu pelo me desequilibra.
Te miro y quiero sentir en mi piel los besos de tu boca
y las caricias de tus suaves manos.
Cada gesto de tu escultural cuerpo fogoso me tiene
y con ese ritual apasionado que tienes para llegar al amor
haces que mis espasmos sensuales se desboquen.
En tus pechos mis labios desean jugar.
Tus pezones son fuente ardiente que gusto da
y con mis manos en ellos
el disfrute me hace engrandecer mi miembro
que espera tu masturbación más complacida.
Mi mano en tu vagina te excita.
Los bocados en tu cuello te desorientan.
Acaricio tus pechos y entras en un estado desorientador.
La capacidad de disfrute nos atenaza, nos alivia...
el flujo sale al recibir mis dedos en tu clítoris.
Te beso para nuevamente adentrarme en tu cuerpo.
La penetración nos hace retorcernos de gusto
y, frente a frente, nos miramos
deseosos de alcanzar el orgasmo que exhaustos nos deje.
Con ritmo arrebatador el estremecimiento nos secunda.
Tu cuerpo encendido en placer.
Mi cuerpo abrazado al tuyo siente la contracciones de tu vagina
que desea mi pene erecto.
Te abro más las piernas y así penetrarte más intensamente.
Con vehemencia entro en ti. Los movimientos nos hacen vibrar.
Mutuamente el delirio nos cubre... la explosión placentera
se atenúa con la profundidad de la fornicación.
Tus ojos me miran mientras yo te beso.
Al llegar orgasmo final, abrazados quedamos
sin abrir nuestras bocas.
Te miro y sonrío.
Me miras y me besas.
El amor ha fluido en nosotros
como siempre hemos deseado.

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