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viernes, 18 de enero de 2013

Caricias y amor....

   En la parte interior del muslo, las caricias iban deslizándose con suavidad hacia arriba. El calor iba surgiendo por todo su cuerpo y la piel recibía esos efectos estremecedoras que la cubrían de maravillosos estímulos. Estaba impaciente. La lentitud de aquellos dedos que surcaban por su desnudes la tenía en una profunda desesperación pues deseaba el ímpetu que la hiciera acoger un placer sobrecogedor.
   Ante el contoneo, los dedos recorrieron los labios vaginales. La espera los había cubierto de un ardiente estado. Ella se sentía arder por dentro con simples roces. Quería padecer el fuego interior, la vivacidad sexual más reconfortante y humedecerse fruto de la pasión de aquellos dedos que la estaban llevando a un paraíso lleno de fantasía amorosa. Sin pensarlo, arqueo el cuerpo. Empujaba hacia la mano para notar como los dedos penetraban en su sexo.
   Pacientemente él no se aventuró a lo codiciado por ella. Quería inquietarla y así producirle esa tentadora excitación que da lo anhelado . En su mirada hacia los ojos de su amante notaba como hablaban; era una incitación a lo que pretendía, a lo que ella quería recibir sin mas preámbulos. Su interior acogía el mayor de los diluvios lujuriosos y no anhelaba más caricias, sino ser penetrada. El correspondía con su sonrisa morbosa sabiendo lo que hacer y viendo como se inquietaba. Estaba embriagada en amor. La calma precedía cada frotación en su vagina , en el clítoris y en la penetración hacia el interior de su sexo. La impaciente mujer se movía vigorosamente. Sus palabras le pedían más intensidad.
   Mientras ella disfrutaba de lo que le provocaban aquellos dedos, él se regodeaba en las expresiones de su cara. Contemplaba como cerraba los ojos en un entusiasmo reconfortante, como el éxtasis iba surtiendo efectos en todo su regocijo. Sus pezones estaban erguidos, duros y listos para ser chupados y lamidos. Esa calma de la que disponía en un principio, ya se fue evaporando. Ahora comenzaba a estremecerse él también, pues su pene así lo denotaba. Su mano humedecida con el flujo que salía de adentro de la vagina lo había hecho alterarse. Su miembro cada vez iba alcanzando las proporciones que la acompañante deseaba. La masturbación que recibía era algo formidable. Ya su respiración se alteraba y los latidos se volvían intensos.
Al percibir el avanzado grosor del pene de su acompañante, se regodeaba en el fuego que la abrasaba desde el cabello hasta los dedos de los pies.Su cuerpo era un foco seductor, sensual e impregnado en una fogosidad encantadora. El placer la sobrecogía. Estaba disfrutando aunque deseaba más...Aquellas caricias, aquella boca en sus senos, en sus labios, en su cuello....aquella lengua que le infligían un placer supremo la estaba llevando a lograr ese orgasmo cautivador. A cada penetración de los dedos, sus piernas levemente se separaban más. Sus labios sexuales, su clítoris ..todo albergaba un acaloramiento profundo. Los suspiros combinados con gemidos así lo verificaban. A las miradas provocadoras del hombre, ella respondía atraiéndolo hacia su boca para besarlo con plenitud. Sin emitir palabra alguna daba la sensación de pedir que ya fuese penetrada. Ese miembro que tenía en su mano estaba listo después de la intensa masturbación. El río de gozo la bañaba completamente y lo provocado por los dedos era algo lleno de fantasías pero quería sentir la dureza de aquel pene erguido.
Con el pensamiento puesto en lo que debía hacerle, encontró lo deseado. Fue un momento de un esbozo de gemidos continuados . El grosor de aquel pene se deslizaba por su vulva desgarrando las paredes vaginales. Ese primer grito aglutinó toda la espera y lo deseado. Entraba y salía muy dulcemente. Buscaba profundidad y hacer que aquella belleza padeciese los más gratos impactos sexuales.

continuará...

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