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sábado, 21 de julio de 2012

El Amigo ( III ).

La mañana se presentó con el saludo de un sol radiante puesto en el horizonte. El mar estaba en calma y hacia que el día fuese propicio para estar en la playa saboreando toda la ternura que acompañaba el ambiente. 
La madre madrugó con la vitalidad que en ella era cotidiano. Quería tener todo dispuesto para cuando despertasen las almas durmientes de su casa. Su marido iría a trabajar, ella haría las compras y sus hijos a la playa. Aunque estaba en su tarea, no paraba de pensar en lo que había visto la noche pasada. En su vagina aún estaban las vibraciones estimulantes y el fuego que alcanzó viendo como lo hacían su hija y el amigo. Al llegar a la cama, su marido comenzó a acariciarle el cuerpo, los pechos... pero cuando iba a llegar a su entrepierna lo detuvo alegando que no tenía ganas en ese momento por un intenso dolor en la cabeza quizás fruto de haberse quedado dormida en el sillón en mala posición. El caso que no le apetecía y sólo quería dormir para estar activa al día siguiente. Con un beso calmó las ganas de aquel hombre que la esperaba como agua de mayo. Sus palabras no sabía si serían creídas  pero le dijo que el fin de semana no estarían sus hijos entonces tendrían media noche para disfrutar ellos del ímpetu y el goce amoroso.
Su pensamiento matinal sólo estaba encaminado en aquel cuerpo, en su miembro, en sus ojos, en sus labios...no sabía que le ocurría pero era una atracción física lo que sentía al ver a aquel joven.
Pensando en todo lo acontecido, apareció con su parte superior desnuda. Un pantalón corto era su prenda . Ya sintió el escalofrío recorrer su cuerpo y apenas pudo articular palabra alguna.
- ¡ Buenos días, señora !. - ¡ Madruga usted mucho !-
- ¡ Buenos días , joven !. -¡ Tu no sabes eso que dicen: Al que madruga , Dios le ayuda !-
Sus ojos no paraban de mirar el torso desnudo. Quería traerlo hacía su pecho y hacer el amor allí mismo con el morbo de que podía venir alguien. Quería sentir dentro todo el miembro que se mostraba desde la mañana con plenitud.
- ¡ Hijo ya se ve que Dios te ayuda porque te da un cuerpo de envidia !.
El joven se ruborizó. Cogió algo de fruta y con una sonrisa le anunció que iría a correr un rato por la playa hasta que se levantase su hija. Ella no dejaba de mirarlo. Ahora su pensamiento le hacía estar húmeda por dentro. ¿ Cómo era posible que se emocionase tan pronto viendo a aquel jovencito ?. Había sido una mujer activa en el sexo y degustando muchas experiencias pero el efecto que causaba la mirada, el cuerpo, la sonrisa y la sencillez del amigo de su hija no lo había encontrado hacía mucho tiempo. Estaba como una jovencita babeando tras un chico guapo....
El día transcurría con la normalidad diaria. Su marido estaba en el trabajo y hasta la noche no regresaba. Su hija con aquel chico estuvieron todo el día en la playa. El resto de familia iban a ver ciertos actos en el centro de la ciudad y no regresarían hasta la noche también... así que allí estaba sola pero con la tranquilidad de sentirse cómoda por el rato que tendría para ella disfrutar de la calma.
Al llegar la tarde, los primeros moradores de aquella casa fueron llegando para hacer olvidar la calma con la que había vivido el día . Tanto la hija como el amigo subieron a sus respectivas habitaciones para cambiarse de ropa tras un baño, su marido regresó antes por cuestiones de papeleo, el resto regresó antes por haberse aburrido en un acto. De estar sola en la casa, en una hora aquello había vuelto a ser una marabunda pero amaba a su familia.
En la cena comenzaron las mismas discrepancias de siempre. Uno que no le apetecía la cena, otro que hablaba de su día con el poco interés que despertaba en los demás, y entre sonrisas, la cena se volvía una velada halagüeña. Ella muda , por escuchar a su familia tratar diversidad de temas de actualidad, solo tenía ojos en el chico. Cada mordisco a la carne era como si se lo diese en su cuello, cada sorbo de vino lo notaba en su vagina...todo lo que hacía lo trasladaba a las ganas de sexo con él.
Terminada la cena, cada cual fue alojándose en su habitación. Era bien tarde y el día había sido agotador para la mayoría de la familia. De nuevo la madre quedó sola en la tranquilidad de la noche. Salió a disfrutar de la brisa marina y contemplar las estrellas mientras se fumaba un cigarro. Cuando se estaba quedando dormida, unos pasos la alentaron. Sorprendida, vio que se trataba del joven que estaba como en la mañana. Allí parado en la puerta de la cocina era como un ángel que llegaba a satisfacer sus ganas de sexo.
Sin contemplaciones se dirigió hacia él abrazándolo como si no quisiese que se lo robasen. Lo besaba, le acariciaba su pecho, le mordía sus labios. Ella no esperaba aquella reacción pero el ángel bendito la llevó a la mesa de la cocina. La subió y comenzó a besarla. Sus besos sabían a gloria. Su saliva se adentraba en su boca con esa lengua que le recorría todo el grosor de sus labios. Lo miraba . Sentía la seducción de sus ojos. Las manos del joven recorrían sus pechos con ternura. Pellizcaba los pezones llevándola a una perturbación delirante. Al mismo tiempo que ella tocaba el pene , él introducía su mano en aquel volcán de fuego femenino. La penetraba con los dedos. Las sensaciones la llevaban a evadirse , a alcanzar un estado lujurioso que la hacía olvidar . Solo quería estar con aquel suspiro de amor con ternura extrema. Sin más preámbulos, el miembro fue recorriendo los labios de aquella vagina que solo quería ser penetrada. Ella no paraba de acariciar el cuerpo de su acompañante. Su piel era como una carta de amor que se la recitase el poeta romántico junto a la claridad de la luna. El miembro era grande lo que provocó que el gemido fuese intenso en la primera sacudida. La vagina la notaba dilatada. Era una excitación continua a cada envestida. Sus pechos eran rociados de un estimulo majestuoso con las caricias de aquella lengua que la llevaba a la extenuación.
Buscaron en el cambio de posición un mayor gozo. Ahora ella estaba con su cuerpo inclinad en la mesa. Con saliva en la mano, palpo todo el esplendor de aquella vulva que se mostraba deseosa de sexo. La penetración llevó a la mujer al un nuevo gemido.  Estaba fascinada, se sentía atrapada en el frenesí y los flujos internos se estaban acalorando para querer salir. Cada penetración era un suspiro. Se detuvo pero sin parar de penetrarla. Él se poso sobre ella . 
- ¡  Te gusta, verdad !- ¡ Es lo que estabas deseando desde que me viste !... 
¿ Quién te folla mejor ?...
La contestación de la mujer conllevaba los alaridos del placer, la efusividad del orgasmo, la culminación de lo añorado pero con el furor de la juventud...estaba sin control y en manos de lo que quisiera aquel amigo de su hija.
- ¡ Tu eres quién mejor me folla ! -
Al dejar de hablar notó como en su ano la dureza penetraba. 
-¡ Si, si, si... me gusta por ahí !-
Su respiración se intensificaba. Era cogida por la furia del sexo con la pócima de vigor que le suministraba su amante nocturno. Ya era sobrecogida por la excitación suprema, sentía llegar su orgasmo al tener su clítoris supermojado al igual que toda su vagina. Se deshizo de aquella posición y agarro el pene. Lo chupaba con imparables lametones. Lo masturbaba y sentía placer al escuchar al joven lamentarse en gemidos, mientras, ella se masturbaba...estaban con un vigoroso y ferviente amor. La fatiga les iba pudiendo hasta que la explosión volcánica de los mutuos jugos hizo acto de presencia. Ambos se corriendo a la vez. Sentía felicidad. Se mordisqueaban los labios y se besaban con un desenfreno emotivo. El júbilo los tenía abrazados al amparo de la luz de la luna. Mutuamente se transmitían lo que habían experimentado en aquel agradable momento.
Con un beso se despidieron sin mencionar palabra. Allí quedó ella repleta de placer y con la sensación de estar confusa por lo que se entonaba en su corazón.
¿ Qué era lo que le hacía pensar ahora  si tenía ganas de follar con el joven y lo había conseguido ?.
¿ Qué hacía latir a su corazón con aquel impaciente descontrol ?.
La madrugada se apoderaba de las horas y en el cielo, un manto de estrellas hacia una belleza sin igual. Allí quedó ella pensativa por todo lo acontecido....


continuará

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