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sábado, 31 de agosto de 2013

Placer desconocido...

Se arrodilló ante él. Quería desequilibrar toda la integridad que poseía, así obtendría el ímpetu y la fuerza de aquel erecto miembro que llamaba a ser masturbado tanto manualmente como por una boca que se abría para recibir un agradable placer. Dulcemente, estiró la piel hacia atrás. La cabeza de aquel viril órgano apareció rojiza. Su olor era intenso; un afrodisiaco para ella. Una vez llevada la piel hacia su tensión idónea, la mano se aferró al cuerpo de aquel miembro que estaba bien fortalecido. Los dedos se enroscaban dispuestos a dar el consuelo más emotivo que se puede dar en aquellas circunstancias.
Presionó el miembro. Estaba rígido como una piedra. Aquel aprisionamiento produjo un leve dolor a él que exhaló un gemido medio de placer combinado con un esbozo doloroso. El estremecimiento acaparó la alteración de todas las neuronas sensitivas. En su entrepierna sufrió un pinzamiento que le produjo sensaciones muy agradables con la consiguiente intensidad del pene. La acción masturbadora no se hizo esperar. A cada masaje, él tragaba saliva; suspiraba intensamente. Sentía cubrirse de una excitación ponderosa, a la vez, que su cuerpo, en general, se iba acalorando por los movimientos a los que era sometido.
Los suspiros se hacían interminables conducidos por palabras llenas de un placer estimulador. No podía zafarse de aquellos síntomas de extenuación que le brindaba aquella mujer  deseosa de sexo. No deseaba incurrir en la osadía de desligarse de aquel volcán de fuego sexual. Sin repulsa ninguna iba recorriendo el glande con una dedicación plena. En cada lametón, alzaba su cabeza para ver los gestos que salían de la cara de aquel hombre entregado a los placeres bucales.
Al paso del tiempo, su compostura se debilitaba...no sabía hasta cuándo sería capaz de contenerse sin derramar el semen en la boca de aquella impulsiva dama. Se mordía el labio inferior fruto del éxtasis. Cerraba los ojos y sus manos apretaban la cabeza de ella para que así todo el pene entrase en su boca.
Las mamadas se sucedían de cada vez más intensas y lubricantes. La saliva no permitía que el glande se cubriese de sequedad alguna. Los gemidos resonaban en aquella silenciosa habitación. Del movimiento intenso, pasó a un ritmo lento. Ella era consciente del estado en el cual se hallaba. Sabía que si seguía con el rimo intensivo, pronto eyacularía. Su cometido no era ese tan pronto. En la lentitud, fue recobrando fuerzas. A pesar de minorar la dedicación, unas primeras gotas seminales hicieron ver que si seguía pronto se correría completamente.
Las contracciones se calmaron, ya dejaron de ser perpetuas y mortificantes para dar paso a un placer exhaustivo. En la calma notaba la dulzura de aquella mujer. Su boca sabía conducirlo a un gusto pleno con unos masajes labiales estupendos. La relajación fue como un baño de agua cuando el acaloramiento te hace presa de la fatiga.
Ese estado fue momentáneo pues la mujer paulatinamente fue acelerando el ritmo nuevamente. Mientras masturbaba el cuerpo del pene con su mano bien adosada, su boca abierta recibía aquel glande que nuevamente comenzaba a ponerse colorado. Ahora la recompensa fue mayor. El delirio se mostraba de manera suprema hasta tal punto que él echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. El placer le corría por las venas regando todo el cuerpo de aquella agradable sensación.
La mano dejo de masturbarlo para pasar al tocamiento de genitales. La boca era la encargada de concluir el trabajo administrado por la mano incesante. En sus entrañas, el fuego le sobrecogía. Su poder se iba debilitando y, en ese momento, ella no se detendría. Las intensas chupadas provocaban un desliz pasional. Sin poder contenerse más eyaculó dentro de la boca de ella. Las gotas salieron con fuerza llegando hasta su garganta para en el debilitamiento, ir llenando su boca totalmente.
Estaba feliz por dar a aquel hombre unos momentos maravillosos.
El se sentía inmerso en un gusto continuo...estaba también lleno de placer de aquella mujer de la cual sólo sabia el nombre.

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