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domingo, 16 de marzo de 2014

Amigos que encuentran amor - y III -

   En su casa el silencio era conmovedor. Todo era tan amplio que esa sensación de frío se introducía en el cuerpo a cada paso que daba. La única forma de entrar en calor y olvidarse de aquella soledad era traerla hacia él para estar juntos. Su boca fue la superación, sus besos el alivio...todo fue cambiando tras ir desnudando aquel cuerpo maravilloso que tenía para su complacencia. Discurría el tiempo disfrutando de su compañía en toda regla. Los besos se derramaban por su cuello, le besaba sus pechos, lamía los pezones...la seducción le sobrecogía y quería entrar en su vagina rápidamente, sin contemplaciones.
   Ella lo detuvo. Con sus ojos parpadeando lo sosegó y tonificó aquel hombre ebrio de sexo. Mirarla era entrar en un misterio en el cual quería descubrir todo lo que concernía a su pensamiento y deseo. El vicio sexual lo notaba en sus ojos. Estaban inmersos en su ansia libidinosa, aunque sabía cuando dar o recibir el placer...de ahí que controlase sus impulsos. Nuevamente el morreo los unió. Sobre una gran mesa se dejó caer y como presa de su cuerpo se acoplé a ella. Sabía en sus deseos, abrió sus piernas como incitándole a que se adentrase más hacia sus partes más íntimas. Sin preámbulos, su mano fue directa hacia su
entrepierna. Estaba bien humedecida toda la vagina....había pasado un cierto tiempo desde la discoteca hasta su casa pero ella mantenía la lubricación de sus labios vaginales. Con la mano acariciaba aquella fuente de placer. Aquellas yemas de los dedos eran una fantasía de la que disfrutaba aquella mujer. A cada caricia se comenzaba a alterar más. En su cara se iba reflejando que nuevamente el gusto la absorbía, le llenaba su cuerpo casi ya desnudo de una fascinación de locura.
   Aquella perspectiva en la que estaba más cachondo lo tenía. Tendida sobre la mesa, lo abrazaba con sus piernas, sin embargo, no dejaba que la penetrase, quería hacerle sufrir de ganas y ver reflejada en su cara los deseo de follar con ella. Era una provocadora en toda regla y así se lo hacía ver. Las miradas eran cautivadoras y más cuando las acompañaba unas palabras excitantes en su contenido.
Una de sus piernas se elevó hasta su pecho desnudo. Con su dedo mayor del pie fue recorriendo su cuello, su pecho, su abdomen...su espíritu se alteraba y más engrandecida tenía aquella polla que anhelaba entre en la cueva ardiente de ella.
Un vendaval de pasión era cada acción que hacía en su cuerpo. Ahora, con sus dos pies cogía su pene erecto con una acción masturbadora. El estremecimiento atroz le hacía sucumbir a las iniciativas de la mujer. Una marea de gratas sensaciones le cubrían a cada movimiento de aquellos pies. Ya no se pude contener. La atrajo fuertemente hacia él y sin más contemplaciones la penetró hasta llenarle su vagina de toda la firmeza que poseía aquel pene ostentoso. No puso oposición y en un gemido constató que el gusto le había llegado bien hondo. En ese momento, el hombre era quien dominaba. Quería moverse pero él se movía a su ritmo. Eran dos cuerpos de amor entregados a la posesión. Mi movimiento de caderas le gustaba...de su boca salían gemidos que lo corroboraban. Ella le iba abordando un clímax enloquecedor y así se lo hacía ver.
   Un caudal efusivo los cubría. Boca con boca los besos dejaron de ser besos para ser mordiscos y un morreo pasional. La penetración la tenía atrapada. Con intensidad iban teniendo el sexo que deseaban y a cada instante las sacudidas eran más fuertes para que ambos llegasen cuando antes al delirio final. Deseaba correrse dentro de ella como premio a lo vivido en toda la noche. Les palpitaban los corazones a la vez que los susurros se hacían más sonoros. El sudor comenzaba a fluir...eran dos cuerpos ardiendo de placer a merced del sexo. Del amor pasaron al puro e intenso sexo. Estaban delirando de gusto...No había dosificación de ninguna clase. El ansia les podía y deseaban llegar al punto culminante cuanto antes...así pensaba el joven, sin embargo, ella lo detuvo cuando más hincapié estaba poniendo y más furor administraba a aquel coño que recibía a su pene con gratitud desmedida.
-¡ Tranquilo, no quiero que te corras aún !-
Aquellas palabras desconcertaron tu dedicación. Activo como estaba deseaba correrse dentro de ella. A pesar de lo que él dijese, sabía que ella impondría siempre su opinión al ser una mujer calculadora al máximo. En sus cavilaciones, noto como unas palabras en el oído le decían de cambiar de postura. Quería que se la metiese por el culo, por detrás...a ella le encantaba hacerlo en esa posición. El comentario no le relajo su miembros. Con su mano se masturbó, puso saliva en su prepucio y seguidamente se dispuso a follarla nuevamente. En los gritos de ella verificaba lo susurrado. Se echaban en encima de ella y le infligía más poder a su ritmo. La postura daba para agarrarla del pelo y penetrarla intensamente. Daba para rociar su espalda con caricias, podía agarrarse a los pechos e infligirle más gusto tocando los pezones o, mientras la penetraba por el culo, tocarle el clítoris para que la cubriesen las más maravillosas sensaciones amorosas. Aquella posición daba mucho juego y había que disfrutar porque la noche se iba.
    En esta posición si asumió él el control de todo. Ahora se sentía ganador de la batalla sexual. Los cuerpos desnudos se mostraban sudorosos...entusiasmados por la práctica del sexo. Encima de ella, mordisqueaba su cuello, su hombro...con un arrebato giró su cabeza para decirle que no hiciera eso. No quería marcas de ninguna clase porque su marido podría sospechar.
   El ritual sexual continuaba con gemidos calurosos, palabras pasionales y lamentos placenteros. Al dominar la situación no dejaría convencerse nuevamente y esta vez si se correría dentro como quería. Los suspiros se volvieron descontrol. El ritmo era intenso y el delirio llevaría a la convulsión de dos cuerpos que disfrutaban del sexo. El éxtasis le corría por la piel húmeda.
El joven gritó de placer : - me corro, me corro.
Por más que ella quería separarse ya no podía. Su perseverancia había hecho que se corriese dentro de ella.
Cuando ya aflojaron sus fuerzas, se separaron con vigor. Ella se dirigió a él diciéndole que no quería que se corriese dentro. No tomaba nada para prevenir y no tenían protección alguna. El gesto de la cara cambió todo lo vivido en la noche.
- ¿ Tú que dirías si un día se presenta tu mujer diciendo que está embarazada cuando tu sabes que llevas un tiempo sin tener sexo con ella ? -
La pregunta le recorrió por la cabeza a él. Comprendió su imprudencia y ahora comprendía porque ella siempre había terminado con el pene en la boca y después habían hecho para que ella llegase al orgasmo.
Lo que comenzó siendo una velada maravillosa concluyó con un desencuentro fortuito. Cuando se vistieron se despidieron. El cabizbajo esperaba una despedida más convincente después de lo vivido en la noche.
Antes de entrar en el coche, lo llamó. Le dijo que se olvidaba su abrigo. Con la astucia que atesoraba, y por miedo a ser vista por la vecindad, lo esperó más adentro. En cuanto entró se dirigió hacia el con el abrigo. No esperaba más de ella...sin embargo, lo besó con locura diciéndole lo bien que lo había pasado. Quería su perdón por su forma de tratarlo pero que se había puesto nerviosa cuando notaba el semen dentro de ella, de ahí su reacción. Unos besos calmaron a ambos y la despedida si fue ya como era debida después de lo vivido entre ambos... aunque también le sugirió algo más: - mañana seremos amigos. No me busques porque no habrá otra próxima vez. Nos conocemos de hace mucho tiempo y lo que ha pasado ha sido maravilloso...pero somos amigos y mañana será un nuevo día -
 

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