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martes, 20 de enero de 2015

Tócame y haz que me corra.

Noto las venas con ese grosor que marca la excitación.
Son ríos de placer que riega mi cuerpo.
Caudales sexuales sin control
que tienen mi interior colmado de gusto.
La alteración es un juego sexual que estimula mi miembro.
En su empeño seductor he sucumbido
y los encantos de toda su dedicación me dislocan los sentidos.
Sus caricias activan mis neuronas pasionales.
El tocamiento es un placer que me lleva a cerrar los ojos
e insinuar que deseo alargar mi estado.
Me abordan unas sensaciones muy apetecibles
cuando su boca abierta recibe mi pene eréctil.
A cada chupada me pone más cachondo
y el desenfreno me tiene sumido en un frenesí exquisito.
Con la masturbación sufro contracciones, 
convulsiones van y vienen, y hasta mi piel
se acalora con un rico temblor. 

La dedicación bucal que infringe a mi pene
es más intensa y abatido me va dejando.
Cada movimiento me hace vibrar...
me siento atrapado en su deleite maravilloso.
Tras chupar, eleva su cuerpo para ponerse a mi altura.
Su boca derrama saliva en mi piel y con su lengua
la esparce en mi cuerpo.
Me late el corazón, se contraen los músculos...
¡ Quiero hacer el amor contigo !
Su calma me persuade y comienza a masturbarme 
con esos movimientos suaves que estimulan mi pene.
A la vez, me muerde y el dolor infringido es gusto 
del que no quiero desprenderme.
El calor es intenso...sufro pero más me gusta.
¡ Sigue, sigue...no pares !
Sin más demora, el semen sale como lava de un volcán.
Me corro...me lleno de suspiros
y no puedo articular palabra alguna.
El placer es un delirio salvaje.
La voracidad sexual me ha atrapado y estoy en un gozo
que me produce una paz interior.


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