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domingo, 2 de marzo de 2014

Amigos que encuentran amor - II -

Ya en la discoteca, la liberación fue total. Cada persona iba a pasarlo bien y a no inmiscuirse en lo referente al que tenía al lado. Era un lugar poco acostumbrado por él cuanto menos por ella...era idóneo para pasar desapercibidos. El alcohol ingerido fue haciendo mella en el control de su cuerpo femenino. Se sentía liberada y quería bailar sin prejuicios de ninguna clase. El llegó con dos copas. Entrelazados se tomaron el primer sorbo como celebración de su noche. A continuación, un beso certificó que era hora de divertirse. La música la llevaba. Por su interior notaba ríos de optimismo que la hacían eximirse de su entorno, de su trabajo, de su marido...sólo tenía ojos para su acompañante. En un momento su baile sensual se detuvo para acercarse a él. Ahora la lentitud de su contoneo provocaba un ostentoso deseo. Sin contemplaciones él la atrajo hacia su cuerpo y comenzó a acariciar su espalda, su cintura y esos glúteos que no dejaban de contonearse. Ella, sin discreción, puso su pierna en la entrepierna logrando la excitación de su amigo. Los movimientos iban en aumento como el calor corporal que se apoderaba de su control. El frenesí se le notaba en sus ojos. Radiaba sensualidad por toda su persona....
Su amigo ya no pudo contenerse y la besó con descaro mientras las luces menguaban sus destellos. El flash los encubría de cierta manera, aunque, a ellos poco le importaban. Los toques corporales se intensificaron. Eran víctima de un conjunto de estímulos que nos conducían al descaro total. El joven , más centrado en sus actos, la tomó de la mano y fueron a parar a un reservado en la oscuridad. Allí el desenfreno fue dinamismo sexual puro. Mientras el besaba sus labios, ella quería desabrochar el pantalón. La locura los envolvió en una promiscuidad exuberante. Si por la mujer fuese sido, allí mismo fueran tenido sexo...notando que podían ser el centro de las miradas, volvieron a la pista de baile. Ella se dejaba llevar por la melodía tan atrayente de la música. Su cuerpo estaba sin tensión y desarrollaba movimientos propios de una bailarina del sexo. Con desplome lo abrazaba incitándolo a que sus labios fuesen besados por la boca de su acompañante. Tomaba sus manos e iba recorriendo su escultural cuerpo. Sus gestos faciales eran erotismo puro que tenían desarbolado al joven. La veía en ese estado y su miembro se endurecía. Su deseo era penetrarla y tener sexo cuanto antes. Su ofrecimiento lo acataba. Tomándola de sus glúteos, la serenidad mantenida se perdió. En ese momento era seducción por completo porque ambos expresaban con sus cuerpos los deseos que tenían. Era como tener sexo pero sin desvestirse...
   La noche fue transcurriendo con normalidad. Ellos disfrutaban de su baile y de las caricias que se propinaban. Cuando la lucidez volvió a su cabeza, la incitó a irse ya para su piso. Allí continuarían la fiesta programada. La mujer no puso contra ninguna. Tenía ganas de follar y cuanto antes llegasen las ansias se liberarían.
  En el coche los besos no se hicieron derogar al igual que los tocamientos corporales. El tocaba los pechos de ella y ella , con un desliz vivaz, desabrochaba la cremallera del pantalón y propinaba una masturbación plena al miembro excitado del joven. La tentación los llevaba a quedarse allí inmersos en sus acciones. Las oleadas de placer les llegaba como torrentes de pasión. El fuego le corría por la sangre y no deseaban detenerse. Ahora se veían en un punto culminante...el descontrol había aparecido y ella besaba el pecho desnudo de su amigo con dirección hacia abajo en busca de su pene. Cada mamada lo desorbitaba; esto acompañado de las caricias en los testículos, provocaban una agitación en todo el cuerpo de él. Su enardecimiento fue acompañado de las caricias a los pechos de ella que ya aparecían desnudos. Uno estaba inmerso en el otro. Cada mamada era un punto de explosión en él; cada vez que pellizcaba los pezones de ella, su cuerpo entraba en un delirio estremecedor ya que uno de sus puntos sexuales más profundos era sus pezones. Exaltados por el deleite sensual y sexual no se percataban de la gente que podía entrar en el aparcamiento.
   El control vino en él cuando una ráfaga de luz le advertía si iban a salir o quedarse. Fue ese momento cuando puso en marcha el motor del coche para salir. Ella elevó su cuerpo, sin embargo, no dejaba de masturbar aquel pene cuya erección era un destello de alegría. Una vez en la carretera, volvió a su cometido. Conduciendo desfallecía de gusto y el advenimiento de su semen se acercaba.
- ¡ Sigue, cielo, me voy a correr de gusto !-
Esas palabras resonaron en sus oídos con firmeza y más dedicación infligía a aquel miembro que estaba enrojecido. Su resistencia iba disminuyendo. El cuerpo se le debilitaba fruto del placer infringido...las últimas convulsiones le llegaban y un grito dio constancia de que se estaba corriendo. Ella recibía el semen en su boca. Al acabar de echar toda aquella leche acumulada, se elevó relamiéndose los dedos y los labios.
- ¡ Cuando te tenga en la cama, te voy a follar como nunca te han follado !-
Un gesto de aceptación en su sonrisa confirmó lo que la mujer había dicho. Mientras llegaban a su piso, las piernas de la mujer se abrieron y ella misma comenzó a masturbarse. Recuperado del sufrimiento placentero, él depositó su mano en la vagina de su dama de la noche. El frotamiento intenso llenó de placer el cuerpo femenino. A más intensidad, más desfallecimiento iba logrando. Así permanecieron un rato hasta que los gemidos finales de ella verificaron que el orgasmo estaba cerca.
    Antes que descargase todo lo acumulado, giró el coche para la oscuridad de un callejón. Sin interrupción, ella se subió encima de él. Cada movimiento desfloraba su vagina. La atracción los llevaba a un desbordamiento emocional hasta que la consumación se hizo realidad. Por la boca de la mujer salía gritos y jadeos...era la culminación de lo perseguido con tanta insistencia.
   Ya más calmados pusieron rumbo a su hogar y allí vivirían el resto de la noche.

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