Los brazos fornidos del hombre hizo que la elevase de nuevo al lavabo para a continuación decirle que se masturbase frente a él.
_¡ Yo haré lo mismo !- le dijo.

Con vehemencia, se acercó a las piernas entreabiertas de la joven. Sus ojos estaban llenos de deseo, lujuriosos, impetuosos...Esta sufría de estremecimiento y se balanceaba como un junto en el aire cuando la lengua del caballero llegó a lo más profundo de su sexo empapandolo de saliva para lubricar mejor la vagina que ya de por si estaba nuevamente humedecida. Le sondeó los labios externos, mordisqueaba sus hinchadas protuberancias. Lamía los pliegues interiores en toda su longitud y aquel orificio que se mostraba preparado para recibir toda la fuerza de aquel pene erecto desde hacía rato. Entonces separó con suavidad la estremecida carne del útero y aplicó su lengua cálida en el clítoris erecto y congestionado, tirando para chuparlo con toda delicadeza.
Temblaba mientras él le mantenía las piernas alzadas y succionaba creando frenéticas y apasionadas espirales de deseo y placer. Gemía, gruñía y exhalaba toda clase de palabras que la llevaba a la extenuación. Ahora su dedo recorría su ano. Sensación que la desorbitó cuando lo introdujo en su interior y propinaba continuos movimientos de fuera hacia dentro. Ya no podía contenerse. Los gritos aparecieron al estallar en una liberación continuada por la maestría de su acompañante. Estaba próxima a sucumbir al frenesí al dejar que unas gotas de líquido emergiesen de su vagina. La erupción volcánica de su sexualidad reclamaba con fuerza un espacio.
Con un rápido movimiento, estaba puesta mirando al espejo del lavabo. Allí veía su cara ensimismada en el placer propinado. Con un gesto de dolor amoroso, gritó. El pene recorría el camino de los labios vaginales en busca de su orificio de fuego. Ella notaba como una electricidad subía hacia sus pecho y ponía más tensos los pezones. En la caricia de él, los notó erguido y ya no dejaba de tocarlos con ambas manos y estirarlos con los dedos mientras no dejaba de penetrarla constantemente. Se apretujaba contra él para recibir cada estimulo del miembro forzudo. La excitación se extendía por ingles, vientre y finalizaba con una sacudida final en el borde de su coñito de amor.
En el apogeo lujurioso gemía y exigía, emitía palabras entrecortadas fruto de las tensiones orgásmicas a las que era llevada en aquella posición y al la bifurcación que recorría el falo pues iba de su vagina al ano dando un placer exacerbado.
Ya no podían contenerse más. Las últimas sacudidas hicieron la aparición del líquido blanco en él y nuevas gotas placenteras en ella.

- ¡ Gracias por estar a mi lado. Ya sé hacia donde quiero ir !-
El tren se alejaba. No sabía que había querido decir pero entendía que algo bueno había logrado en ella. Hacerle comprender que la vida es maravillosa.
FIN.
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